21/9/09

El horno no está para bollos

Hace unos minutos leí, con total indignación, en las páginas de El Universal en línea, la columna de Denise Maerker, quien (debo aceptarlo) me parece una más del equipillo televiso, al cual repudio, pero que en esta ocasión, como en muchas otras (también debo aceptarlo) tiene mucha razón.

Dice la Maerker que Felipe Calderón Hinojosa, el gran presidente de México, piensa festejar en grande el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de al Revolución, sin duda momentos de vital importancia para la creación de esta nación. Y de la idiosincracia mediocre, y de la cultura conformista y de muchas otras cuestiones que tienen su origen en esos remotos tiempos.

Pero el punto es que Calderón quiere hacer una gran, gran, gran fiesta, para lo cual habría dado la orden de contratar a la misma productora que ideó la ceremonia de apertura de Beijing, las Olimpiadas, claro. Y como esto tiene que ser impresionante en todos los sentidos, pues la suma a gastar lo debe ser también: 2 mil millones de pesos. Para una fiesta, para una celebración que si no se tiene no pasa nada.

¿No se acordará Felipillo, que hace apenas unos días salió su compinche Carstens a decir que tendremos un déficit por más de 300 mil millones el próximo año? Pero claro, qué son 2 mil milloncitos, ni que fueran a hacer la diferencia si los ahorramos. Chingao.

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